Sinopsis

Adam se me acercó súbitamente, acariciándome el cabello con su mano derecha, mientras que con la otra, me agarraba por la cintura. Entonces, apunto de desmayarme, con el corazón latiéndome a cien por hora, susurró -rompamos las reglas-, a continuación rozó sus labios con los mios, introduciéndome en un trance del que no quería despertar. Me había besado.

jueves, 28 de enero de 2010

Capítulo.2

Ojos











Y dime, Katherine, ¿qué tipo de libros sueles leer? - Laura, finalmente, tras un largo tiempo, sentada en el sofá con la mirada perdida (al igual que Katherine), le hizo una primera y buena pregunta.
Pues... - pensó - … me gustan todas las novelas de Carlos Ruiz Zafón, sobre todo “Marina” - le indicó.
¿Y no hay ningún otro escritor qué te guste? -
Si, Stieg Larsson, J.K. Rowling, Maite Carranza... - fueron los primeros nombres que le vinieron a la cabeza.
La verdad, si son buenos escritores, pero la mayoría de ellos muy juveniles, ¿no crees? - ¿y qué somos nosotras? se preguntó ella – yo prefiero leer a Anne Rice, o Stephen King. La literatura de “terror” me apasiona – afirmó.
Pues a mí la verdad, no me gusta mucho, lo máximo de terror que e leído a sido El príncipe de la niebla, y acabé bajo la sabana, con una linterna en la mano, y con el pestillo de la habitación echado – le aclaró.
Pues no sabes lo que te pierdes... - si Katherine tenía que decir la verdad, la literatura de terror tampoco le daba mucho miedo, si no pánico, en cuanto escuchaba la palabra terror, la piel se le ponía de gallina, sus oídos comenzaban a aislarle del mundo exterior, y empezaba a imaginarse cosas, cada cual más estúpida.
De pronto sonó el timbre.
Katherine era la invitada, pero no quería abusar, bastante la soportaban ya, así qué, se levantó.
Ya voy yo – se dirigió hacia la entrada.
Será Adam – dijo Laura – mamá necesitamos dinero, ¡baja!
Katherine abrió la puerta, el corazón se le detuvo, ¿qué le sucedía?.
Hola – le saludó el joven chico. Se puso roja. ¡Despierta gilipollas! se gritó a si misma.
Ho... hola – dijo.
Encantado... me llamo Adam – el chico, le tendió la mano. Y ella se la estrechó, entonces, una alarma se encendió en su mente. ¡No! Gritó una voz en su interior. Pero... no sucedió nada, seguía allí, apretándole la mano a Adam, y no le venía ninguna visión, no sentía nada, era la primera vez que le ocurría. ¿Qué sucedía?.
Esto... ¿podrías soltarme la mano?
E... ¡si!, ¡perdón!. Lo... lo siento – Katherine parecía estúpida, se le trababan las palabras cada dos por tres.
Perdón, no me e presentado, mi nombre es K... - por un momento se le llegó a olvidar su propio nombre – Katherine – dijo finalmente.
Si – asintió una voz femenina a su espalda – y es muy rarita – afirmó. Ella (Laura) estaba totalmente enamorada de Adam, Katherine lo supo por su aura, desprendía un increíble color rosado, y eso que muy pocas veces sabía lo que pensaba o sentía una persona sin tener que tocarla, por lo qué eso significaba, que Laura estaba perdidamente enamorada de Adam.
Hola cariño... - le saludó ella – cuanto tiempo ¿no?
Bueno, solo han pasado dos días desde que viniste a encargar el pedido.
Dime Adam, ¿qué te parece este perfume? - se le acercó, colocando su cuello al nivel adecuado. El lo olió.
Huele bien... -
Es una colonia echa a partir de mi propio olor corporal – si, asentió Katherine, y huele a moho, se dijo para si misma, (no quería llevarse un tortazo).
Ulalia apareció tras ellos.
Hola, Adam, ¿dime hijo mío, cuánto te debo? - dijo, mientras rebuscaba en su cartera.
Doce euros, señora – contestó.
No me llames así, ¡que me hace sentir vieja! - pues lo que eres susurró Laura. Ulalia le entregó las monedas, haciendo caso omiso a su hija.
Mi padre me a dicho que están invitadas mañana a nuestra barbacoa.
Pues dile a German, que allí estaremos, ¿a qué hora? - preguntó.
A las ocho de la noche – Adam se dio la vuelta.
Adiós – les dijo con la mano, mientras se alejaba montado en la bicicleta.



Katherine se encontraba en su habitación, rodeada de un montón de trastos viejos, al día siguiente, Ulalia le había prometido que los bajarían al sótano. Ella se encontraba frente al espejo, contemplando su cuerpo, ¿qué podría ponerse?, dentro de dos horas debían presentarse en casa de los Brown, y quería ir bien vestida. Pero el escaso equipaje que había rescatado de su armario antes de trasladarse no le permitía elegir a sus anchas, así qué, colocó todos los vestidos ligeramente “aceptables” sobre su cama, mientras los iba escogiendo, y poniéndoselos delante del espejo, para saber cual le favorecía más. Hubo uno que no le desagradaba, de color blanco (su preferido), el vestido dependía de dos piezas, la de arriba, la cual, tenía unas pequeñas mangas, y dejaba su cuello al aire. Y la de abajo, una falda, simple, que la tapaba hasta los muslos.
Sonrió. Y de pronto, Laura irrumpió en su habitación, con un vestido entre los brazos, se tapó la boca con la mano extendida.
¡O dios mío! - suspiró - ¿no pensaras ponerte eso para esta noche, verdad? -
Si – asintió.
¿¡Pretendes parecer una vieja como mi madre!? - gritó.
¡Que te e oído! - dijo Ulalia desde la cocina, la cual se encontraba lavando.
¿Tan feo te parece? - le preguntó.
No si quieres ir a misa... - qué graciosa, pensó Katherine. - anda, ven, te dejare uno de mis vestidos... - la agarró de la mano, (después de tirar su vestido al suelo). - Por cierto... ¿qué te parece este para mí? - era precioso, le debería de haber costado un ojo de la cara, o una vida entera de esclavitud, pensaba Katherine mientras lo miraba.
Laura la arrastró hasta su habitación, en el piso de abajo, sonriente, transmitía nerviosismo, y logró contagiarselo. Desde aquel lugar, se podía ver perfectamente la playa, un gran ventanal se lo permitía. Hacía un tiempo idóneo para salir, llevaba tres días en “Santiago” y aún no había visto ni una sola parte del pueblo, aunque no le preocupaba, tenía todas las vacaciones por delante. Laura se introdujo en su armario, (uno de los que poseía), tras un rato tirando ropa a doquier al suelo, sacó uno, era maravilloso, un vestido de noche, aunque era negro, y muy ligerito, le gustó.
Póntelo, y dime, me lo regalaron el año pasado, y ya no me vale - Automáticamente, Katherine subió a su habitación, se quitó el pijama de ositos, y se lo puso, le quedaba perfecto, un poco hueco en la parte de arriba, y al verse, le vinieron todos los estúpidos complejos que había en su cabeza, pero se hizo la sueca y miró para otro lado. De repente,la luz se apagó, y la habitación se quedo a oscuras, (aún no había levantado la persiana). Y entonces, un poco asustada, algo la rodeó, el aire se quedó congelado, no le gustaba aquella sensación, era como si se hubiera sumergido en una bañera repleta de cubitos de hielo. La madera crujió, y una brisa rozo su cuello, algo no iba bien, y Katherine no quería seguir experimentándolo, se abalanzó cobre la ventana, agarrando la cuerda de la persiana, y con todas sus fuerzas la levantó, la luz se adentró en la habitación, mientras el ruido generado por la persiana, resonaba en ella. De nuevo el sudor frío. Le vino a la mente una conclusión, ¿y si se trataba de un fantasma?, le había sucedido muchas veces en el pasado, pero la sensación en la que esta le sumergía era diferente a las demás.
Decidió ducharse, para intentar relajarse un poco.
Tenía el vestido puesto, realmente era precioso, no podía dejar de mirarlo, -perfecto- pensó. Estuvo deliberando si llevarse una chaqueta (por si acaso), el vestido era muy corto, dejaba sus hombros al aire, y la falda no tendría mas de treinta centímetros. Pero era perfecto, y no podía sacarle ningún defecto. Se alisó el pelo, el cual le llegaba hasta los omóplatos, entonces pensó, ¿que calzado debería ponerme?.



Cruzó el pasillo, desde el cuarto de Laura al baño, con paso torpe, puesto que los zapatos de tacón que le había prestado, le hacían temblar de pies a cabeza, de pronto, un pitido inundó la noche.
Laura salió al balcón.
¡Hola Romeo! - gritó, con un toque sexy. - ahora bajamos – entró de nuevo en casa, avisando a los demás de que Adam ya había llegado.
¿Pero nos va a llevar él? - le preguntó Katherine, mientras se pintaba las rayas de los ojos. Su prima parecía una Barbie. Eso sí, al estilo actual.
¡Mamá! - llamó a Ulalia, apoyada en el borde de la escalera, mirando hacia arriba.
Os estoy esperando desde hace media hora – dijo, con voz cansada, Ulalia se encontraba en el primer piso, junto a la puerta principal, esperándolas.
¿Estoy bien? - le preguntó Katherine a Laura.
Para hacer de florero estás más que estupenda, ¡hoy me toca pillar cacho! - gritó, sonriente.
Pareces un hombre diciendo esas cosas – le dijo su madre.
Y tú una chacha, ¿a donde vas con esas pintas mamá?
Estás muy guapa Katherine – le susurró Ulalia, pasando de su hija, mientras bajaban por las escaleras del porche hacia el coche.
Hola cariño – le saludó Laura a Adam, se le acercó, el fue a darle un beso, cuando ella le golpeó en el trasero, esquivándolo.


Minutos después llegaron a su destino, Adam salió corriendo del coche para abrirle la puerta a Laura, mientras sonreía, señalándole la salida con gestos nobles. Inmediatamente, un hombre salió a saludarlos, se trataba de German.
Bienvenidos... - dijo, besando la mano de Ulalia con delicadeza, ella rió, nerviosa.
¡Cómo eres! - exclamó ella. Entonces un chico se asomó tras la puerta de la entrada, Katherine le prestó toda su atención, se saludaron. Más tarde cuando Laura y Adam ya se habían sentado a cenar, mientras se daban besos apasionados, y la conversación entre German y Ulalia fue creciendo, él se acercó a Katherine.
Hola, ¿como te llamas? - le preguntó.
Soy Katherine – y sin darse cuenta sus manos se tocaron. En ese instante, un gran vacío invadió el cuerpo de Katherine, un agujero negro crecía por momentos en su estómago. Aquella sensación que él le transmitía era tan grande que no le dejaba visionar nada más.
¿Te sucede algo? - le preguntó, al ver su tez pálida, y su mirada perdida. Entonces se miraron a los ojos, pero a Katherine le transmitieron un mayor vacío, aquellos ojos estaban muy asustados, perdidos, doloridos... a Katherine se le hubieran ocurrido docenas de adjetivos -malos- con los que referirse a aquellos ojos.
No – agitó la cabeza de un lado a otro – estoy bien – mintió, su cuerpo estaba embargado por una tristura que le provocaba cierto dolor de cabeza.

8 comentarios:

  1. Hola de nievo :). Decir que espero que te vaya muy bien, se publique y se venda bien.
    En este capitulo aun quedan cosas sin entender muy bien pero te deja esa sensación de querer seguir leyendo.Me gusta mucho y espero poder comprarla.Me intriga jejeje,ademas Adam tiene algo rarito no? y bueno sera interesante ver que tal se Toma Laura que la rarita le quite el novio.

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  2. Mil gracias Bella, la verdad hay cosas que tengo que corregir en el capítulo, y hay otras que se irán esplicando a lo largo de la novela.
    De nuevo mil gracias y saludos!!!

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  3. Cada vez me intriga mas este libro.. XD pero una cosa, vigila lo de comerte alguna palabra xD a mi tambn me pasa y luego to el mundo a decirtelo,,, y na q si q bella tiene razon XD me encantara leerlo

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  4. Muchas gracias Laura!!! me alegra un montón que te siga gustando.
    Saludos!!!

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  5. simplemente me enkanta!!! esta muy bn puede k tambien aga algun blog para mi novela...

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  6. Gracias anónimo! me alegra de que te guste!!!

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  7. ola!!! m da tu tuenti??

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  8. Porsupuesto, mi tuenti es:
    Ioritz Moreno Mintegui, supongo que al buscarlo te aparecerá.
    Saludos!!!!

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