Adam se me acercó súbitamente, acariciándome el cabello con su mano derecha, mientras que con la otra, me agarraba por la cintura. Entonces, apunto de desmayarme, con el corazón latiéndome a cien por hora, susurró -rompamos las reglas-, a continuación rozó sus labios con los mios, introduciéndome en un trance del que no quería despertar. Me había besado.
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